miércoles, 30 de noviembre de 2011

Expulsión de inmigrantes peruanos en Chile


Hace unos días el candidato a diputado (UDI) por Santiago, Cristian Espejo, ha manifestado su interés en la necesidad de deportar a los peruanos que residan en Chile en forma ilegal. Sobre la base de estas declaraciones quiero manifestar mi más enérgico rechazo a semejante propuesta, toda vez que no se puede intentar estigmatizar a un sector de la sociedad.

Según Cristian Espejo, esta situación no se produce con otras migraciones y asegura que muchos peruanos lideran bandas para cometer delitos como clonación de tarjetas, fraudes por Internet, etc.

El Estado tiene elementos para exigir responsabilidades penales o también puede expulsar del país, pero otra cosa es querer asociar a la inmigración ilegal con la comisión de delitos. Ahí está el error del candidato UDI, al pensar que se ha transformado “en una mala migración”, porque ésta se ha desbordado.

No es aceptable instalar en la discusión pública la idea de que la inmigración ilegal está vinculada al delito y esa afirmación encierra una gravedad extrema, porque claramente trae a la memoria la política de criminalización que se ha realizado en los Estados Unidos con la inmigración ilegal o la idea de construir un muro en la frontera con México.

En Chile, hay aproximadamente 83 mil peruanos de los cuales el 65% son mujeres según cifras de INCAMI, no sé cuántos son ilegales, pero sé una cosa. Todos ellos, realizan un aporte al crecimiento económico de nuestro país, con su trabajo ayudan en la construcción de viviendas, cuidan a los hijos de muchos, han contribuido de manera significativa al aumento del consumo interno, sin mencionar las remesas de dinero a su país, realizan llamadas internacionales, y podríamos seguir con la lista. 

Los inmigrantes y particularmente los ilegales se exponen a prácticas abusivas de algunos empleadores inescrupulosos que les pagan sueldos inhumanos, con extensas jornadas laborales y un tiempo reducido para colación, sin nombrar las condiciones precarias de trabajo.  Muchos ilegales no pueden regularizar su situación, precisamente porque sus empleadores no les hacen contrato, generando así un círculo vicioso.

La migración de hoy va de la mano con la globalización, querer negar ello es tapar el sol con un dedo.

Por ello es que resulta un tanto liviana la propuesta del candidato de la UDI, que en su petición se asemeja a la de los neo conservadores de George W. Bush. Y creo que todos sabemos algo de esa gestión.

Carlos Alvear.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

El Peso de la Historia en la Inmigracion peruana en Chile.

 

Resumen:
de marcar el camino hacia una mayor tolerancia e integración entre ambas sociedades, y así superar quiebres históricos, como lo fue la Guerra del Pacifico.
En el presente artículo, se sostiene que el actual escenario internacional se ha caracterizado por una profunda interrelación, y la integración emerge como una estrategia de inserción global de relevancia, especialmente para países como Chile. Esta integración no es sólo económica sino que también incluye el movimiento de personas. No obstante, la integración y la movilidad de personas se ven afectadas por los prejuicios y las desconfianzas, lo que se ha reflejado en el fenómeno migratorio peruano en Chile. Desde esta perspectiva, la construcción de un marco institucional para alcanzar mayores grados de integración de los inmigrantes peruanos en Chile, no sólo requiere avances en el ámbito económico-laboral, sino que también en el área educacional-cultural, promoviendo una educación basada en la interculturalidad, capazPalabras claves: integración, inmigración peruana, educación, interculturalidad. The burden of history in peruvian inmigration in Chile Abstract: In this paper, we suggest that the current international scenery shows a deep connection, and that integration arises as an important strategy of global insertion, especially for countries like Chile. This integration is not only economic but includes the movement of people as well. Nevertheless, the integration and the people’s movement feel the negative effects of prejudice and distrust, and Peruvian immigrants in Chile feel it too. From this point of view, to build an institutional framework to reach the integration of the Peruvian immigrants in Chile, it’s required to improve immigrants working conditions and improve the educational system, especially an education based on interculturality, which could to set an example for tolerance and integration between both societies and thus overcome historical fractures as was the War of The Pacific.
Key words:
integration, peruvian immigration, education, interculturality. Recibido: 16.06.08 Aceptado: 21.07.08
*
historia», expuesta en el Seminario
10 y 11 de enero de 2008.
Este trabajo corresponde a una versión ampliada de la ponencia «La inmigración peruana en Chile: la educación y el peso de laAmérica Latina: procesos, crisis y perspectivas, realizado en la Universidad de Chile los días 9,
**
Universidad Bolivariana, Santiago, Chile. Email: jlriquel@uc.cl
***
Universidad de Chile, Santiago, Chile. Email: gonzaloalarcon25@yahoo.es
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VOL. 7 Nº 20, 2008
EL PESO DE LA HISTORIA EN LA INMIGRACIÒN PERUANA EN CHILE, Págs.299-310
© EDITORIAL DE LA UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE CHILE, 2008
EL PESO DE LA HISTORIA EN LA INMIGRACIÒN PERIANA EN CHILE
JORGE RIQUELME RIVERA; GONZALO ALARCÒN MUÑOZ
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* * *
Introducción
En el escenario internacional contemporáneo, se han acentuado las tendencias
hacia la integración regional en distintas partes del orbe, como una estrategia esencial
para el amoldamiento a las nuevas reglas y desafíos que dicta este nuevo e incierto
contexto global. Aunque parezca contradictoria, la integración regional no sólo es
compatible con el proceso de globalización, sino que ambos se potencian entre sí.
Las potencialidades de la integración como una estrategia de inserción global son
de la mayor relevancia, sobre todo para los países pequeños como Chile. En otras
palabras, a mayor capacidad de articulación y cooperación entre éstos, mayores
posibilidades de incidencia en las cuestiones mundiales. En esta línea, según Yiping
Zhou, la integración regional puede servir como una poderosa plataforma para que el
colectivo del sur logre su meta común de integración global, no como países que
reaccionan pasivamente, sino como socios activos e igualitarios (2002). Y esta
integración no solo implica el movimiento comercial, siendo la movilidad de personas
un asunto fundamental de este escenario profundamente interdependiente.
Pero la integración y la movilidad de personas pueden verse seriamente afectadas
por los prejuicios y las desconfianzas. La encuesta del Latinobarómetro (2006) refleja
de manera cruda esta situación. Ante la pregunta:
habido entre los países latinoamericanos en los últimos años, ¿qué cree Ud. que es
mejor para el país, buscar acuerdos en conjunto o cree Ud. que es mejor seguir un
camino propio?”
no tan minoritaria en Bolivia donde alcanza un 38%. Le siguen Ecuador con un 35% y
luego Chile con un 34%. Como se aprecia, al menos un tercio de las poblaciones de
estos países prefieren una solución individual y no consensuada de los conflictos. Ello
puede reflejar una región atomizada y con una escasa percepción de amistad y confianza
entre los países, lo que incidiría en las relaciones entre los grupos migrantes y las
poblaciones locales.
Esta percepción de una región atomizada y carente de elementos integradores, se
hace patente en el caso chileno al momento de analizar los temas migratorios. En este
sentido, y de acuerdo al estudio de Latinobarómetro (2007), solo un 28% declara estar
de acuerdo con la libre circulación de los ciudadanos dentro de la región, cifra muy por
debajo del promedio regional, que alcanza un 44%.
Teniendo como base todo lo anterior, la presente ponencia pretende indagar en las
características del fenómeno migratorio peruano en Chile, así como en los obstáculos y
dificultades para su desenvolvimiento e inclusión.
“Frente a los conflictos que ha, las respuestas son desconcertantes. El camino propio es una opción
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Las características de la migración peruana en Chile
El fenómeno de la Globalización nos ha permitido ser testigos de una cada vez
más creciente circulación de todo tipo de flujos, sobre todo en el ámbito económicocomercial.
Estos flujos se mueven desde y hacia territorios, ciudades y centros
financieros, y las restricciones a su circulación son mínimas, pues los peligros que
implicaría cerrarse a estos circuitos conllevarían irremediablemente a un aislamiento,
cuestión que resultaría fatídica para una economía altamente interconectada como la
chilena.
Sin embargo, los flujos migratorios no han corrido con la misma suerte que la
libre circulación de los bienes y servicios. En este sentido, hoy se habla de la paradoja
de la globalización, pues si bien esta busca el libre tránsito por las fronteras, cuando se
trata de las personas la “eliminación de las barreras arancelarias y la apertura de las
fronteras no opera y son más rígidas e inhumanas” (Nubia, 2005: 85).
Los movimientos migratorios en la región de América Latina, no sólo tienen la
faceta de países expulsores, sino también la de receptores. Éstos poseen dos
características: por un lado, es una población fundamental y mayoritariamente regional;
y por otro, corresponde a población de países limítrofes. Es importante hacer notar que a
los tradicionales países de destino –Argentina, Venezuela y Costa Rica- se le han
sumado otros, siendo el caso más interesante el de Chile, donde se ha producido un
incremento migratorio destacable (CEPAL, 2006). De acuerdo a lo expuesto por Jorge
Martínez, la población inmigrante proveniente de Perú es la que presenta el mayor ritmo
de crecimiento intercensal, con un 394% (2005).
Para graficar lo anteriormente expuesto, y de acuerdo con los datos entregados por
el Departamento de Extranjería y Migración, dependiente del Ministerio del Interior,
entre los años 1995 y 2005 nuestro país entregó un total de 96.312 Permanencias
Definitivas, ascendiendo a más de 35.000 las entregadas a nacionales peruanos, lo que
equivale a un 35% aproximadamente. Aunque debe tenerse presente que estas cifras no
contemplan la globalidad del fenómeno, pues sólo abarcan a extranjeros regularizados
que cumplieron los requisitos legales para acceder a esa condición. En base a ello, según
estimaciones del Ministerio del Interior, la población peruana es la de mayor presencia
en nuestro país, con un 26%, seguida de la argentina -22%- y la boliviana con un 6%
(véase Harboe, 2007).
Además, han sido peruanos quienes más se han beneficiado de la amnistía
migratoria entregada recientemente por el gobierno de Michelle Bachelet, la que
otorgaba una visa de residencia temporaria a todos aquellos que aún no tenían sus
papeles en regla. De este proceso, 32 mil peruanos se acogieron de un total de 50 mil
visas (véase
El Mercurio, marzo de 2008).
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Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Ministerio del Interior,
Departamento de Extranjería y Migración.
1
Ahora bien, en general el fenómeno migratorio tiene múltiples impactos. Por una
parte, tenemos las consecuencias en la sociedad receptora, donde generalmente las
normas de ingreso y residencia son rígidas y las leyes laborales no son claras. Ello da
pábulo al abuso de los empleadores, los que utilizan esta mano de obra inmigrante más
barata en relación a la nacional, lo que finalmente redunda en una percepción hacia el
inmigrante acentuadamente negativa, y donde la tensión entre ambos mundos aumenta
(Geronimi, 2004; Stefoni, 2005).
2
Por otra parte, están las consecuencias en el propio contingente inmigrante, que
frente a la percepción negativa que se tiene de ellos, deben optar por dos modelos de
convivencia: o un aislamiento de la sociedad que los recibe o una asimilación forzada,
1
Revisado en mayo de 2008.
Esta información se encuentra disponible en URL: <http://www.extranjeria.gov.cl/filesapp/permanencias_def_1995-2005.pdf >
2
Católico Chileno de Migración (INCAMI), este manifestaba lo siguiente: “Yo también soy migrante, y algo también percibo de eso.
Aunque yo soy brasilero, el trato es distinto con un migrante argentino, peruano. Yo creo que también viene de cuestiones
históricas. Pero, por ejemplo, en el trato diario, el hecho de sentir que es menor, el maltrato en el trabajo, lo que escriben en las
paredes, hace que los migrantes busquen espacios de encuentro entre ellos mismos, lo que dificulta el proceso de integración con la
sociedad de acogida…De que Chile es un país que ha mandado más gente afuera, eso no lo han mirado. Son 850.000, y si ahora con
la ley que pueden tener nacionalidad, esto puede doblar. Es importante que Chile perciba esa vocación de país migrante, y eso
también puede ayudar a la sociedad chilena a aceptar a los migrantes”.
A este respecto, en una entrevista realizada el 11 de diciembre de 2007 a Flavio Antunes Debique, funcionario del Instituto
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lo que implicaría la adopción de modelos culturales y sociales ajenos a la cultura del
inmigrante.
Por lo tanto, la participación peruana en la sociedad chilena podría enmarcarse
dentro de lo que se ha catalogado como una participación pasiva, en la que este grupo
social no logra integrar los elementos culturales nacionales del país receptor, sino solo
asimilarlos. En palabras de Lelio Mármora, el “inmigrante asume las modalidades de
consumo del medio receptor en su totalidad, o bien participa de ellas sin influir en
absoluto en su producción” (2002: 330). A ello, se puede agregar el que las políticas
migratorias del Estado chileno no han apuntado hacia la plena integración de estos
grupos. No obstante lo anterior, el gobierno de Chile impulsó una legalización masiva
de los inmigrantes en el segundo semestre del presente año. A ello, se suma lo
manifestado en el Programa de Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, donde se
expresa el deseo por dictar una ley de extranjería, “que recoja la realidad actual de Chile
como país receptor de cuotas significativas de migrantes…al mismo tiempo que
impulsaremos la incorporación de la temática migratoria en convenios de integración y
acuerdos multilaterales, especialmente dentro de la región. También incluiremos la
temática de la integración en el currículo educacional”.
3
Lo anterior es confirmado por la Organización Internacional de Migraciones
(OIM), la que enfatiza que los enfoques que requieren únicamente que sean los
migrantes los que se ajusten a la sociedad receptora, son ineficientes pues crean
tensiones a largo plazo. Por lo tanto, el papel de los gobiernos es vital en el campo de la
integración, fundamentalmente a través de la promoción de la tolerancia y el
entendimiento de la diversidad de la comunidad, y a través de la formulación de
políticas socioeconómicas efectivas y claras que alienten la máxima productividad de
los migrantes, y garanticen una cohesión social de cara a la diversidad cultural (OIM,
2005).
La construcción de un marco institucional para alcanzar mayores grados de
integración de los inmigrantes peruanos en Chile, no sólo requiere avances en el ámbito
económico-laboral. Requiere que los esfuerzos de ambos países se aboquen también al
área educativa, promoviendo una educación centrada en la interculturalidad. En el
actual contexto de la globalización, el mantenimiento de una cultura monolítica y
autocerrada no es viable, pues las identidades individuales y colectivas son dinámicas, y
es en el ámbito escolar donde justamente se deben entregar las habilidades y
herramientas para desarrollar valores como la tolerancia y evitar la xenofobia y el
racismo.
3
http://www.gobiernodechile.cl/programa_bachelet/pgm_gob_somostodos.asp> Revisado en diciembre de 2007.
El Programa de Gobierno de la Presidenta de Chile Michelle Bachelet, se encuentra disponible en:
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La Guerra del Pacífico
y sus efectos en las percepciones chileno-peruanas
Pero la consecución de lo anteriormente expuesto propone un desafío similar a
ambos países, y que dice relación a la revisión de los cimientos que han permitido la
construcción de una serie de imágenes antagónicas, a través de las cuales ambos países
se han mirado el uno al otro. Si bien para algunos historiadores el origen de estas
representaciones adversarias lo encontramos en el período de la conquista, sin embargo,
la percepción acerca de la importancia de la Guerra del Pacífico en éste tópico resulta
trascendental. En este sentido, y tal como lo afirman Cavieres y Alijovín de Losada, “la
Guerra del Pacífico es, sin lugar a dudas, el hito más importante de las relaciones entre
ambos países, y no puede negarse que es un evento que redefinió nuestras identidades
desde algo tan sencillo como tener una frontera común” (Cavieres y Alijovín de Losada,
2005: 14).
De acuerdo a ello, la principal consecuencia de la Guerra del Pacífico, ha sido la
generación de imágenes que han ayudado a construir una percepción negativa del otro.
Principalmente tres son éstas imágenes: la de un país ganador y la de un vencido –la
impronta que dejó la ocupación del ejército chileno de Lima, la posesión chilena de
ciertos trofeos de guerra y la no resolución, desde la perspectiva peruana, de temas
limítrofes, agudizan esta imagen-; la de un país invasor frente a la de un país invadido -
incluso se habla de una nueva invasión por los inversionistas chilenos en Perú-; y la de
un país exitoso y estable frente a la imagen de un Perú políticamente inestable y con
altos niveles de pobreza (Milet, 2004).
Desde esta base, la configuración de las identidades nacionales en ambos países
ha propendido a la homogeneización de determinados valores como el triunfo o la
derrota, sobre la base de ciertos hitos históricos, como lo ha sido la Guerra del Pacífico.
Las características de esta se han transmitido a la sociedad de manera formal a través de
la enseñanza de la historia en los colegios, y también de manera informal, en la familia
y en los medios de comunicación. Como corolario, estas identidades confluyen hacia la
confrontación y la diferenciación de una respecto de la otra.
La nacionalidad corresponde a un constructo cultural implantado desde el Estado,
una vez que este ha logrado un cierto desarrollo y envergadura. La construcción del
Estado nación involucra, por lo tanto, la generación de vínculos de identificación entre
el Estado y la población que habita el territorio de aquel. Desde esta óptica, se aprecia
que la construcción de la nación y la definición territorial en los países del Cono Sur, ha
sido realizada a partir de los conflictos bélicos. Estos han contribuido de manera
importante al desarrollo de las historias nacionales, al nacimiento de los héroes y a las
glorias de las respectivas fuerzas armadas. Así las cosas, la Guerra del Pacífico ha sido
un factor de peso en las relaciones vecinales de Bolivia, Chile y Perú.
Para los efectos de esta sucinta ponencia, lo relevante es que las naciones se han
formado a partir del “otro”. Parafraseando a Fernando Savater, esta idea distintiva de
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nación ha cumplido la función principal de discriminar, la de optar entre unos y otros
(1996: 9). O sea, se ha legitimado en unos para excluir a los demás. A este respecto,
según Mario Góngora (1981), la Guerra del Pacífico consolidó en Chile la idea de
nación y de Estado nación. En esta misma línea, Jorge Larraín ha sostenido que:
“la definición del sí mismo cultural siempre implica una distinción con los
valores, características y modos de vida de otros. En la construcción de cualquier
versión de identidad cultural, la comparación con el ‘otro’ y la utilización de
mecanismos de oposición al ‘otro’ juegan un papel fundamental: algunos grupos, modos
de vida o ideas se presentan como fuera de la comunidad. Así surge la idea del
‘nosotros’ en cuanto opuesto a ‘ellos’ o a los ‘otros’. Para definir lo que se considera
propio se exageran las diferencias con los que están fuera” (Larraín 1996: 91).
Otra arista que explicaría la conformación de estas identidades enfrentadas, la
encontramos en el imaginario chileno, donde éste se percibe así mismo como un país
con características e idiosincrasia más cercana al mundo europeo que al indígena,
asociando esta condición a las posibilidades de ascensión social y laboral.
prisma, y tal como lo afirma Carolina Stefoni (2005), la inmigración de los países
limítrofes, especialmente de Perú y Bolivia, nos enfrenta con nuestra identidad mestiza,
y nos retrotrae a aquello que intentamos olvidar. Esta variable, junto con la no
resolución de la agenda histórica entre Chile y Perú, confabula para la agudización del
escenario anteriormente planteado.
En otras palabras, esto ha devenido en la “existencia de estereotipos
discriminatorios que emergen del conocimiento de los conflictos políticos y militares,
adquiridos en la educación temprana por la enseñanza de una historia que se ha ocupado
más de exaltar las desavenencias y desacuerdos” (Cavieres, 2006: 31). Por lo mismo, si
se pretende que las políticas migratorias sean un vehículo para alcanzar una integración
más profunda e integral, se hace necesario superar estos temas en la agenda histórica,
que aún pesan en la historia de América Latina.
Esta situación no deja de ser preocupante, más aún si se observa la encuesta
realizada en Chile por la UNICEF sobre la tolerancia, la que da cuenta de que casi la
mitad de los encuestados –un 46%-, cree que una o más nacionalidades son inferiores a
la chilena, dándose los mayores prejuicios tratándose de peruanos, bolivianos y
argentinos (o sea, los países vecinos). Aún más, de acuerdo a los datos entregados por
Latinobarómetro (2007), sólo un 13% de los chilenos estaría de acuerdo con la
permanencia en el país, de extranjeros de distinta raza o grupo étnico que la mayoría de
los nacionales. La carencia en el sistema educativo chileno de una política que apunte a
una mayor integración histórica y cultural queda de manifiesto ante estas alarmantes
cifras.
4 Desde este
4
Diego Portales (2006).
Ante la afirmación: “Tener aspecto indígena cierra oportunidades en la vida”, un 67,7% dice estar de acuerdo. Véase Universidad
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Esta situación resulta particularmente grave, si se considera a estos prejuicios
raciales como el principal motivo de deserción escolar entre los niños y las niñas
inmigrantes (véase Universidad Diego Portales, 2005). Junto a ello, debe tenerse
presente también que el número de hijos e hijas inmigrantes en colegios chilenos va ir
en aumento, debido a que el proceso de reunificación familiar también ha registrado un
importante avance.
Migración e Integración:
un desafío a la agenda histórica chileno-peruana
Según Armando Di Filippo y Rolando Franco (2000), en el panorama actual de
América Latina existen dos tipos de integración a considerar, los que responden a su
vez a dos filosofías diferentes respecto de lo que es la integración regional. Los
unidimensionales o mercadistas (como el ALCA), que responden a las reglas de juego
económicas del capitalismo global, y los multidimensionales o profundos (como la
Unión Europea), que se fundamentarían en la democracia y que englobarían no solo
regulaciones de mercados internacionales, sino también instituciones económicas,
políticas y culturales, donde el tema de las migraciones asume un papel fundamental.
Este último tipo de integración sería más cercano a la integración política a que se
refiere Karl Deutsch, según el cual esta podría definirse como “el logro, dentro de un
territorio, de un ‘sentido de comunidad’ y de instituciones y prácticas lo
suficientemente fuertes y extendidas como para asegurar expectativas de cambio
pacífico” (Deutsch 1996: 25).
Chile ha optado por los acuerdos fundamentalmente comerciales, -como la firma
de los Tratados de Libre Comercio- postergando, hasta ahora, la posibilidad de integrar
acuerdos multidimensionales, como lo es el MERCOSUR, donde el país solo posee la
calidad de miembro asociado. Así, se aprecia que el tema migratorio no ha sido
prioritario para nuestro país, lo que ha significado también una carencia en las políticas
migratorias, especialmente en el ámbito laboral y educativo-cultural.
Con respecto a la carencia de políticas migratorias que apunten a la integración
con los países vecinos, podemos detectar que ésta ha sido una tendencia histórica. Así lo
dejaba entrever por ejemplo, Vicente Pérez Rosales en sus “Memorias sobre
emigración, inmigración i colonización” de mediados del siglo XIX (1854), donde
dejaba en claro que la única inmigración posible era la europea, pues esta dejaba la
impronta de la civilización en la República de Chile de esa época. Entonces se dejaba
ver el hondo conflicto entre la civilización y la barbarie que enfrentaba la sociedad
chilena y latinoamericana en plena centuria decimonónica. El tema no es menor si
consideramos que la legislación del siglo XX (D.F.L. N°69 de 1953), aún seguía
apuntando a que la inmigración con elementos de selección contribuiría al
perfeccionamiento de las condiciones biológicas de la raza. Finalmente, es menester
recordar que la actual legislación data de 1975, dictada en pleno régimen militar y
fuertemente ligada al concepto de seguridad nacional (Stefoni, 2003). Esta legislación,
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además de resultar anacrónica, tiene un sesgo
inadecuado en el sistema democrático vigente en la actualidad en el país. Por otra parte,
los tratados internacionales suscritos por Chile en el ámbito migratorio, aún no han sido
incorporados a la legislación nacional, lo que profundiza las falencias existentes.
Existen múltiples maneras de entender las leyes migratorias que establece un país
de acuerdo con el contexto y la visión imperante. En la tipología de Martha Nubia Bello
(2005), existen cuatro tendencias principales de las políticas migratorias vigentes en los
países receptores de migrantes: Las reformas regresivas, que conciben la migración
como una amenaza a la seguridad nacional, y que se caracterizan por una aproximación
policiva y restrictiva del fenómeno. Una segunda tendencia se observa en leyes que
buscan excluir al migrante, haciendo énfasis en su carácter distinto y ajeno a la
comunidad nacional, y restringiendo por ello sus derechos. Una tercera, son las que
establecen derechos y permisos de residencia y de trabajo con carácter temporal y,
finalmente, las reformas que propenden por la migración selectiva, generalmente para
suplir una demanda laboral interna específica.
A pesar de las modificaciones que se han hecho a la Ley de Extranjería bajo los
gobiernos democráticos, el espíritu de la misma sigue teniendo un tinte policivo de
control, que concibe a los extranjeros como un peligro potencial a la seguridad nacional,
y que ignora los aspectos sociales y humanitarios fundamentales del fenómeno
migratorio (véase Aranda y Morandé, 2007).
Desde el punto de vista laboral, la inexistencia de leyes claras incide en el abuso
que sufren los trabajadores migrantes, especialmente peruanos y de menor calificación,
lo que se traduce en salarios más bajos y en la desprotección de sus familias. Esto deriva
en una agudización de la percepción negativa que tiene la sociedad chilena con respecto
a la población migrante, pues sienten que sus puestos de trabajo peligran ante esta mano
de obra barata y siempre dispuesta.
policivo5 muy fuerte que aparece
Conclusiones
Como se aprecia, los factores antes descritos han incidido en la construcción de
imágenes negativas entre chilenos y peruanos, las que a su vez han ido alimentando
estas identidades nacionales, que son más proclives a resaltar aquellos elementos que
nos separan en desmedro de los que nos unen. Los esfuerzos para superar la historia
parcelada de nuestros pueblos, que no acepta la visión y la lectura de los otros actores,
debe comenzar por la enseñanza en los colegios. Es un desafío que implica entender
nuestra historia sin las ataduras de nacionalismos mal entendidos, teniendo en cuenta
5
Este concepto remite al sesgo policial de determinadas políticas públicas.
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que la sociedad globalizada en la que vivimos nos propone el desafío de construir
sociedades tolerantes hacia las otras culturas.
El gran aporte y parámetro que puede definir a una cultura es la tolerancia a la
diversidad. Una cultura es madura en tanto sabe tolerar la diversidad, y son bárbaros los
miembros de nuestra cultura que no la aceptan. La educación intercultural como
vehículo de aceptación y convivencia entre los diversos grupos que componen la
sociedad, resulta una cuestión fundamental. Como sostiene José Touriñán:
“La educación intercultural es una cuestión de interés público y uno de los
contenidos esenciales para la formación de la conciencia cívica y la construcción de una
sociedad democrática, tolerante, abierta, pluralista y justa. Desde la óptica intercultural
(…) la operativización de la educación intercultural exige definir como destinatarios,
tanto a los miembros de las culturas mayoritarias, como al de las minoritarias» (2006:
20).
A lo que se ha apuntado en esta ponencia, es que los rencores derivados de la
Guerra del Pacífico pueden ser justificados, pero son infecundos. Las relaciones
democráticas y consensuales entre las diversas sociedades que componen nuestros
países pueden representar una alternativa más efectiva y eficaz en el largo plazo, para
enfrentar los problemas de la interdependencia, y para desde ahí contribuir a la
governanza
global sin quedar empantanados en los escollos de los conflictos históricos.
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Bibliografía
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EL PESO DE LA HISTORIA EN LA INMIGRACIÒN PERUANA EN CHILE, Págs.299-310
© EDITORIAL DE LA UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE CHILE, 2008
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JORGE RIQUELME RIVERA; GONZALO ALARCÒN MUÑOZ
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